martes, 1 de junio de 2010

Hoy hablamos de fascistas

Hoy me he levantado demagógico, qué le voy a hacer. Me pasa cuando la gente pide protección militar para traerse pececillos y se la conceden, mientras otra gente pide esa misma protección para ayudar a cientos de miles de seres humanos y se la deniegan. Es la cosa de la geoestrategia y de los acuerdos comerciales, para los que importa más traerse un pez que ayudar a una persona, sobre todo cuando el riesgo de ser atacado se debe a un negro de mierda y no a un ejemplar judío, que como todo el mundo sabe, fue la materia prima con la que los nazis fabricaban jabón. ¿Que me he pasado tres pueblos? No hombre no. Los nazis consideraban a los judíos tres cosas: la justificación de todas sus desdichas, mano de obra esclava, y materia prima. No me dirán que estos señores no eran la mar de eficientes económicamente hablando, el sueño húmedo de todo neocón que se precie. Pero claro, surge una pregunta. ¿Que extraño gen pueden poseer los dirigentes del estado de Israel para no verse afectados por la inclinación al fascismo? ¿Por qué un judío no puede ser un fascista? La respuesta está clara: porque si es un fascista de mierda y se lo dices a la cara, el fascista, irremediablemente, eres tú. ¡Tú, que no quieres salvar palestinos, quieres ayudar a seres humanos! Bien, pues yo niego la mayor y me hago, públicamente, negacionista. El fascismo alemán no asesinó ni a un solo judío. Repito para el que no lo haya entendido: el fascismo alemán, con Hitler a la cabeza, no mató ni a un sólo judío. Eso fue la excusa para unir al populacho frente a un enemigo común, tener mano de obra esclava y materia prima barata. Lo que hicieron los nazis es meter miedo, pero mucho miedo, matando seres humanos. Eternamente mortales e indefensos, con sus finitas ideas, contradicciones, anhelos y miserias. Lo que moría en la cámara de gas era un ser humano. El golpe definitivo del fascismo era contra toda la humanidad, porque cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista, cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío, cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar, y cuando vinieron a por los palestinos el mundo entero miró para otro lado.

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