sábado, 11 de diciembre de 2010

No hablamos del software, hablamos del Kernel.

     Desde medios de comunicación hasta empresas tradicionales, pasando por los propios proveedores de acceso a Internet, todos quieren hacer de la red su campo de juego privado. Todos quieren dar el salto a la era digital con la clara voluntad de que las reglas sean las mismas que en la era, digamos, analógica. Y entonces aparece Wikileaks, sueño húmedo de todo hacker, analiza las bases sobre las que se asienta el sistema, se cuela en él y da un salto de 180% hacia la era en la que la información se distribuye en papel. Los hackers se han hecho mayores, ya no publican los fallos de seguridad de un sistema que funciona; ahora ponen en evidencia al propio sistema, su disfuncionalidad. No estamos hablando de unos pocos programas, hablamos del propio kernel. Los hackers se han hecho mayores y ya no se dedican a abonar el terreno para que los oportunistas de turno terminen apropiándose de él. Los hackers ya no te sueltan a la cara lo que haces mal, te dicen que eres malo, en tu terreno y valiéndose de lo que otros han ido abonando. Wikileaks ataca, y ataca de verdad. Ataca hasta el punto de asustar a todo un Stallman. Hasta el punto de hacer de la desconfianza y a la vez de la esperanza (o desesperanza) un lugar común. Nadie confía en Wikileaks, tan sólo la esperanza de un mundo mejor o peor nos posiciona. Nos ha roto los esquemas. Incluso Pascual Serrano, punta de lanza del periodismo comprometido, arriesgado y crítico, desconfía de Wikileaks y compara todo este asunto con el ordenador de Raúl Reyes, pero a nivel global. Desde luego que el periodismo de Pascual Serrano es arriesgado y crítico, pero sólo en una dirección. El de Wikileaks es en todas, porque Wikileaks no vale tanto por lo que dice sino por lo que calla. Cuando dice reparte a diestro y siniestro; porque calla, todo el mundo se mantiene alerta. Y callar es muy importante. Callar supone tanto un salvavidas como dotar de un tupido velo a tus intenciones.

     Muestren lo que muestren lo cables, el mero hecho de su publicación supone un tortazo en toda la boca a la seguridad nacional de los USA. Lo contrario supondría que todo, pero todo el mundo, está conchabado en este juego. Si estos (entre unas comillas finísimas) “cotilleos” han salido a la luz, puede perfectamente significar que los otros, los serios, se mantienen ocultos por otros motivos, pero en manos muy peligrosas. Lo expreso de otra forma: ¿alguien de la embajada estadounidense le ha dicho a alguien del ministerio de asuntos exteriores español que se iban a publicar con control unos documentos más o menos comprometedores pero de dominio público, sobre la investigación del asesinado de José Couso, pongamos por caso? ¿Y así con todos los países “amigos” y sin que a nadie fuera de los círculos de gobierno (la prensa) le de por cuestionar los protocolos de seguridad del imperio? Repito: si Wikileaks tiene en poder las minucias, perfectamente puede tener en pode asuntos mucho más serios, a nivel global, y con documentos originales, no ordenadores reconocidamente manipulados. No se usted, pero si yo fuera ministro de exteriores, hoy por hoy no me fiaría un pelo de los americanos, y no porque sea calvo, bajito, gordo y cocainómano, sino por todo lo demás.

     Es evidente que el común de los mortales anda esperando como agua en mayo un titular del tipo los USA quieren arruinar a su competidora la UE, pongamos por caso. En realidad a una cabeza más crítica le daría por pensar por qué fuera de los círculos de gobierno, como la prensa escrita (sin ironías), no se cuestionan todos estos asuntos y funcionan como meros correveidiles. El problema, desde luego, no es de Wikileaks, que como ya he dicho su ataque supera la red y salta a los medios (y al medio) tradicionales. El problema es de los medios tradicionales, que han quedado como lo que son: meros editores, de los que en último término Wikileaks se vale. Para muestra un botón: dice el director del diario El País que el mayor apoyo para Wikileaks es difundir la información y resaltar su importancia para las libertades, que el dinero no es importante y que no pueden pagar por noticias. Primero, el diario en cuestión sí paga por noticias que suministran agencias como EFE o Routers. Segundo, es cierto que el dinero no es importante en su relación, y puede que incluso sea inconveniente para ambos, pero si vamos a resaltar la importancia para las libertades, el diario bien podría publicar jugosos artículos acerca de lo que está pasando con Amazón o Paypal. Vamos, tener un mínimo de dignidad profesional y ser lo que se supone que deben ser: un contrapeso al poder. En último término sí, el mayor apoyo a Wikileaks en estos momentos por parte de estos medios es servir de amplificador. En realidad Wikileaks no necesita artículos editoriales ni corrientes de opinión, Wikileaks no es una cámara que nos muestra la realidad, es una llave que nos invita a entrar en ella.


No hay comentarios: